No quiero a nadie y no te quiero, me decía mientras me abrazaba y no me soltaba, mordiéndome los labios y haciendolos sangrar.
Yo fuí quien le dijo que si quería estar conmigo más valdría que no sintiera más por mi que este deseo que nos iba consumiendo, le prometí también que estaría a su lado pero no iba a quererlo ni a sentir más que la pasión que nos llevaba a envolvernos con nuestros cuerpos entre las sábanas, a escondidas.
Más sus ojos lo delataron y pude leer en ellos lo que su corazón comenzaba a sentir y le veía dañando a otras, porque no podía hacérmelo a mí.
Y yo me quedaba en silencio.
El aprendiz
autópsia de Eyrenne
0 comentários:
Enviar um comentário